9 de septiembre de 2012

¿Suerte? Pisa caca y lo deja la mujer...

   Sim embargo, suerte, lo que se dice suerte, hubiera sido que a la mujer la atropellara un auto estacionado, o que le cayera un rayo un día de sol, o que saliera de la ducha y pisara una tostadora. Porque lo peor para Pedro está por venir: su mujer quiere el divorcio.
      Así es la suerte. Lo que viene, va. Ahora Pedro tiene el 50% de sus bienes. La suerte le jugó una mala pasada. La Pregunta es ¿Por qué? ¿Por qué la suerte nos mete la puntita y después la saca? O mejor dicho: ¿Cómo se hace para atraer la suerte y no despertarse a las siete de la mañana con un trava y que encima te pida que le hagas el desayuno?
      La respuesta está a un colectivo de Puerto Madero: dicen que una familia es como una gran empresa. Para ver a un tipo con suerte hay que mirar a un empresario exitoso, con su oficina en el piso veinte, con diecinueve pisos dedicados a la explotación que impone la vida empresarial moderna, diecinueve pisos donde prima el individualismo sobre el bien común y donde la avaricia materialista de la vida organizada por el trabajo asalariado domina las vidas y perfila una des-humanización creciente y eso, está clarísimo, es estar pisando sobre diecinueve pisos de mucha caca.
      Exactamente igual que Chiang Tzu: "Lo Fácil es lo correcto". Si uno quiere tener suerte, debe ir por la vida pisando soretes. No alcanza con pisar solo uno, para llegar lejos hay que pisar por lo menos diecinueve pisos de concreto de cientos de soretes. Lo que hay que hacer es ir a fondo. Como dijo Mao Zedong: "Mi estrategia es uno contra diez, mi táctica diez contra uno". Si te convences de que lo podes hacer, podes lograrlo. Esto explica porqué duran tanto las carreras de Licenciado en administración de Empresas: es que cuatro años es lo que se tarda en llenar de caca una cabeza.

Vas a bailar, como si fuera la última noche.

   Me fui de coordinador a Bariloche por primera vez, a ese mágico lugar donde no pude ir con mis compañeros cuando egresé, hoy en día llegue hasta allá con mis propias manos, sin ayuda de nadie. Hay que creer en lo que queremos, aunque parezca algo utópico para nosotros.
   Viví muchas cosas nuevas, conocí paisajes hermosos, disfruté de ellos, comí como nunca había comido en mi vida, trabaje de una manera diferente de la que estaba acostumbrado a trabajar, traslade pasajeros de un lugar a otro, los levantaba para desayunar, almorzar, merendar y cenar, los ayudaba a guiarlos hacia lugares a los que yo recién conocía, los he contado cientos de veces, los he hecho bailar incluso cuando no tenían ganas, los he hecho reir, enojar quizás por las mañanas cuando golpeaba sus puertas, los escuchaba, los ayudaba en todo lo que más podía. Espero haberlo hecho lo mejor posible para ellos.
   Sin dudas, lo más importante de este viaje fue la gente. Conocí mucha gente, que para la forma de pensar que yo tengo, no son solo un número más, sino 43 caras, y muchas mas, que quedaron grabadas en mi cabeza y no se borraran hasta quien sabe cuando. Ademas de conocidos también he hecho algunos amigos, como también he lidiado con personas cuya personalidad era totalmente diferente a la mía. Me he divertido, he extrañado y mucho, me han sacado muchas sonrisas, me han hecho enojar, me han hecho emocionar cuando vi sus lagrimas, me han hecho sentir respetado cuando obedecían una orden, me han hecho sentir importante cuando era de ayuda, y no solo para mi grupo sino para todo un hotel, porque ademas he tenido el agrado de conocer a toda esa gente que se acercó a mi con buenas vibras, ya sea para preguntarme algo o simplemente para hablar. Y no puedo olvidarme tampoco de los compañeros de trabajo y de esa gente importante que me abrió sus puertas para o que necesitaba, sin ellos hubiese sido imposible.
   La verdad estoy conforme y contento, fue una buena experiencia, en resumen un buen viaje, un sueño cumplido. A pesar de extrañar las cosas cotidianas de la vida, a veces esta bueno cambiar de aire.